“Tan pronto como Grecia salga del euro, el contagio pasará como un cañón a España”

“Parece que Grecia está definitivamente sentenciada. Ahora lo que hay que ver es a quién se lleva por delante”, comentaba ayer un gestor amigo de un banco de inversión americano.
Y es que la palabra contagio es la que más se está utilizando en las mesas de operaciones de todo el mundo. Ya es evidente para todos que la situación en Grecia es límite, de hecho es evidente hasta para los propios ciudadanos, esperanzados en otro tiempo, pero que ahora retiran precipitadamente depósitos bancarios (5.000 millones de euros en menos de 10 días).

Algunos de los más importantes analistas y gestores del mercado, dan su opinión al respecto.
Jim Reid, estratega de crédito del Deutsche Bank, señala que “la principal preocupación acerca de esto en nuestra opinión, no es necesariamente los efectos de primer orden, sino aquel que afecta a la naturaleza indisoluble del euro. Eso sería especialmente relevante si en el futuro, el resto de países siguen estrangulados económicamente. Las ramificaciones no tienen porque sentirse de inmediato, sino que pueden pasar muchas cosas con el tiempo, y la salida de Grecia fijaría un peligroso marco si otras economías siguen debilitándose. Los costes directos no son pequeños, dado que Grecia es probable que entre en suspensión de pagos, pero serían soportables”.
Nikolaos Panigirtzoglou de JP Morgan estima que los costes inmediatos sobre la zona euro serían de unos 395.000 millones de euros. La gran cuestión es cuanto se extendería el contagio.
La pregunta que muchos se hacen es, si la Unión Europea pierde todo el dinero prestado a Grecia, ¿va a estar dispuesta a seguir apoyando a Italia y España?
Los inversores extranjeros parecen haber sacados sus propias conclusiones: la venta por no nacionales de tenedores de bonos en los últimos nueve meses ha ascendido a 200.000 millones de euros en bonos del gobierno italiano y 80.000 millones en bonos españoles, según datos de JP Morgan. Los inversores no nacionales mantienen alrededor de 800.000 millones de euros en bonos de ambos países.
Como señalan los analistas Richard Milne y Patrick Jenkins en FT, existen dos caminos a seguir: Uno es una suspensión de pagos generalizada en Grecia, con el consiguiente caos financiero, económico y social, incluyendo la venta masiva de deuda soberana italiana y española. El otro camino, menos calamitoso, implicaría una enorme respuesta política coordinada. El BCE reanudaría la compra de bonos del Estado directamente, así como el apoyo a los bancos del continente. Podría ser declarada una especia de unión fiscal, con transferencias monetarias de los países más fuertes a los más débiles.
Cualquier contagio será susceptible de transmitirse a través de los bancos regionales, cuya costes financieros subirían, al igual que los activos de deuda periférica perdería valor. El hecho de que algunos bancos españoles e italianos han utilizado los préstamos baratos del BCE para comprar deuda soberana doméstica sólo los hace más vulnerables.
Pero el mundo de la banca está dividido sobre qué poder destructivo tendría una salida griega del euro. Stuart Gulliver, presidente ejecutivo del HSBC, la semana pasada restó importancia a los riesgos, haciendo hincapié en que el resto de la Zona euro sobreviviría intacta.
Los banqueros dicen que han hecho todo lo posible para planear una alteración del sector financiero. Muchos bancos han reducido su exposición directa a Grecia y a otros países de la periferia, y han establecido regímenes de contingencia para hacer frente a las 24 horas posteriores a la introducción gradual del nuevo dracma.
“Hay dos advertencias importantes”, dice Piers Le Marchant, consejero general para Europa de Nomura. “No se sabe las herramientas que podría utilizar la UE, y no se sabe lo que Grecia podría hacer en términos de cambios legislativos para introducir controles de divisas y otras medidas accesorias. Básicamente, es un enorme juego de ajedrez, y es muy difícil ver más de un movimiento por delante”.
Incluso si una salida griega es ordenada, los bancos se deben preparar para un período de interrupción del suministro de la liquidez, aumento de los costes financieros, y de los controles de cambio.
“Es ingenuo pensar que se puede limitar el efecto en cadena. Tan pronto como Grecia salga del euro, o entre en default, el contagio pasará como un cañón a España”.
Fuente: La Carta de la Bolsa -

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