España se queda sin puestos de relevancia en la Unión Europea

Con su voto en contra del nuevo presidente del Eurogrupo, el Gobierno escenificó su malestar por la «infrarrepresentación» en las instituciones comunitarias

 
AFP -El nombramiento de Jeroen Dijsselbloem ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia española.
Cuando el pasado mes de mayo se terminó el mandato del español José Manuel González-Páramo en el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, España perdió uno de sus enclaves más importantes en la administración europea. El Gobierno de Rodríguez Zapatero descuidó manifiestamente esta delicada arista de la política comunitaria, precisamente en el momento de mayor presión por la llegada de los países de la gran ampliación al este de Europa.
Antes, España era de los países que tenían dos comisarios, ahora tiene uno solo (Joaquín Almunia, que no es precisamente un colaborador desinteresado del actual gobierno popular). El Alto Representante era también español (Javier Solana) y el gobierno socialista se contentó con colocar temporalmente a un funcionario en el gabinete de Catherine Ashton. El director general de Relaciones Exteriores, el antecesor del servicio de acción exterior, era español, mientras que en la actualidad apenas un puñado de embajadas europeas están en manos de españoles.

Sin embargo, el movimiento en el que España ha salido perdiendo más ostensiblemente ha sido con las consecuencias de la pérdida del puesto en el consejo del Banco Central Europeo. Desde su fundación se daba por hecho que España, la cuarta economía de la zona euro, sería uno de los que tendría un puesto permanente. Sin embargo, el final del mandato de González Páramo coincidió con una operación en la que se encadenaron las sustituciones y nombramientos de puestos, en la que la constante era la pérdida de influencia por parte de España.

Desde que el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, empezó a planear su retirada como presidente el Eurogrupo, planificó la manera de colocar a cambio al presidente del banco central de su país, Yves Mersch, en el consejo del banco emisor, frente a lo que el gobierno, todavía en manos de los socialistas, no tuvo el reflejo de preparar una estrategia diferente de la de exhibir sin entusiasmo la candidatura del jefe del servicio jurídico del mismo BCE, Antonio Sainz de Vicuña. Cuando el nuevo gobierno popular tomó las riendas, ya era prácticamente imposible revertir la maniobra, a pesar de la inesperada actitud del Parlamento Europeo que exigía que se nombrase a una mujer para este puesto.

Tampoco llegó a tiempo de cambiar al menos el puesto perdido en el BCE por el recién creado mecanismo de estabilidad financiera (MEDE), que en esta complicada combinación estaba destinado a un alemán, precisamente para aplacar las susceptibilidades de Berlin en la política de ayuda a las economías en dificultades. Ni siquiera la aparición de una candidata española (para contentar al Parlamento Europeo también) como Belén Lomana sirvió.

Infrarrepresentación

El simbólico voto contrario al nombramiento de Mersch por parte del secretario de Estado de Asuntos Europeos, Iñigo Méndez de Vigo, no fue un mensaje lo suficientemente bien comprendido por los socios europeos hasta que el ministroDe Guindos hizo lo mismo en el de la elección del holandés Jeroen Dijsselbloem, en la noche del pasado lunes. El ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo, explicó que ese voto era una señal clara de la «insatisfacción por la infrarrepresentación de España en las instituciones que tienen a su cargo la unión económica y monetaria». «Una cosa es que se atienda a los países que están en mejor situación económica... temporalmente, y otra que se desconozca la pluralidad de la unión económica y monetaria».

En efecto, España interviene en los fondos de rescate con cantidades muy superiores a las de Holanda o Finlandia, a pesar de que son países con calificación de triple A. Por poner un ejemplo, solo en el rescate de Grecia, España ha puesto 25.000 millones de euros, paga el sus participaciones en los rescates de Irlanda y Portugal y ha contribuido con el 12% de los fondos del mecanismo de estabilidad financiera (MEDE) pero ha perdido su representación en las instituciones de gobierno económico.

Promesa a Francia

Queda pendiente la designación de un responsable para el cargo de supervisor que tiene que crearse paralelamente a las estructuras del BCE. En un mundo ideal, debería corresponder a una mujer, para responder a las quejas del Parlamento Europeo sobre el escandaloso desequilibrio de género (no hay ninguna mujer en cargos importantes) y en justicia habría de corresponder a una española. Sin embargo, en su maniobra, Juncker ya había previsto que para compensar el apoyo que ha recibido para hacer efectiva su combinación, ese puesto ha sido prometido a Francia. Con razón, después del eurogrupo del lunes el ministro francés de Economía, Pierre Moscovici, reconoció que «comprendía» el disgusto de España. Con razón, porque probablemente sea parte de la combinación que nos ha dejado sin representantes.

ABC

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