Los retos de Podemos y la experiencia del 15M

El 15M tuvo un gran impacto y poderosas consecuencias políticas /1. Levantó la idea de la democracia como poder constituyente, supuso una renovación de los movimientos sociopolíticos como inteligencia colectiva y representó una escuela popular de democracia.

El 15M se convirtió en una escuela de aprendizaje masivo de democracia directa y de sus valores (horizontalidad, inclusividad, noviolencia activa) y de activismo callejero basado en la imaginación de un poder popular destituyente-constituyente. También cambió el imaginario sociopolítico del país e inició el proceso de caída del régimen del 78.

Sin embargo la actividad del 15 M se agoto rápidamente porque desde su mismo nacimiento –en su propio ADN- llevaba las limitaciones que lo han llevado a su extinción o marginalidad. Se pueden apuntar tres problemas encadenados para explicar cómo se extendió y cómo se colapsó el 15M, basándose en tres metáforas gastronómicas:

a) El "efecto soufflé" de la tecnopolítica

El 15M se extendió como un virus por Internet, a través de una réplica masiva: de la iniciativa germinal de Democracia Real Ya a las asambleas de las plazas. Se produjo una apropiación de las redes sociales como herramienta de agitación tecnopolítica.

La réplica fue muy rápida, casi instantánea, y tuvo un impacto incendiario y masivo. Por el contrario, el efecto negativo también acaba por evidenciarse:
la réplica por Internet no genera compromisos duraderos. Se produce el "efecto soufflé": el fenómeno sube muy rápido y baja también muy rápido. Internet y las redes sociales como herramientas tecnopolíticas todavía no generan, por si solas, vínculos resistentes o un tejido presencial equivalente.

b) La "masa crítica" como estrategia

El 15M careció en todo momento de estrategia más allá de la expectativa de desborde político a través de la movilización masiva que llevara a la caída o colapso del régimen. La idea de que se produciría una "masa crítica" de ruptura calentando el horno social desde la calle, era una ingenuidad. Este efecto de desborde no se produjo porque no se podía producir.

Es preciso reconocer que el 15M no contempló en ningún momento un horizonte estratégico ni generó una opción política capaz de contemplarlo. En este sentido el 15M, dado su carácter maximalista y purista, resultaba inoperante, errático y finalmente desmovilizador. La masa crítica revolucionaria no apareció y, como mucho, se generaron no masas sino ciertas "multitudes" (más o menos conectadas, en los términos de Antonio Negri o Howard Rheingold), capaces de mantener una estela de agitación indignada.

c) El "menú a la carta" de la falta de organización

Todos estos problemas y derivas provenían, en gran medida, de una falta de perspectiva política general y de dispersión creciente. El 15M tenía objetivos concretos –a pesar de que se le reprochaba lo contrario- sino que había demasiados objetivos poco priorizados.

Al "menú a la carta" del 15M inicial le faltó criterio para componer ese menú del día con fundamento (democracia real y justicia social, con postre constituyente) capaz de alimentar una propuesta política realista y sostenible en el tiempo. Y, a cambio, el plato que se ofreció fue alguna variante del "pollo sin cabeza" -mucho movimiento sin dirección- al que era imposible hincarle el diente…

Pero el 15M como tal no fracasó, sino que agotó su fase movimentista dando lugar a la nueva fase política y para entenderlo, proponemos la que hemos titulado teoría zombi del 15M.


El 15M ha muerto pero se ha convertido en un zombi y dando mordiscos a nuestro imaginario ha contagiado a gran parte de la sociedad… El virus 15M ha mutado –de catarro a pulmonía- y se ha hecho más resistente y virulento contagiando, desde la periferia del sistema a su mismo interior, gracias a su participación en el juego de la democracia formal, como ha demostrado Podemos concurriendo a las elecciones europeas o utilizando los mass media sin complejos.

Podemos se ha convertido en uno de los hijos (bastardos) del 15M que tienen similitudes y diferencias. Contenidos similares pero también diferencias claras en dicotomías importantes: Movimiento/Partido, Fuera de las instituciones/En las instituciones, Sin líderes/Con líderes. Pero la paradoja es que la operación Podemos solo tendrá sentido si Podemos se parece lo máximo posible al 15M.

El virus del 15M se sigue llamando democracia real, originaria, genuina, directa (horizontal, asamblearia, consejista, inclusiva) pero se modera para proponer una democracia participativa, que equilibra la democracia representativa y la democracia directa. No ha rebajado tanto sus expectativas utópicas, sino que se ha dispuesto a entrar en el juego parlamentario para cambiarlo (confiando a su vez en no ser transformado por el sistema), sin abandonar por ello el elemento fundamental de la movilización ciudadana. Si el objetivo es la ruptura destituyente-constituyente, es preciso el apoyo de ese 15% ó 20%,
capaz no solo de contagiar al 80%, sino de activarlo políticamente en el horizonte de un proceso constituyente "real", de carácter participativo.

Podemos aprovechó el caldo de cultivo del 15M para materializar una nueva expectativa política latente durante décadas. Es la opción que se llevó el gato al agua a pesar de apartase de algunos principios del 15M como movimiento, es la que más se parece sociológica e ideológicamente. Podemos se convierte así en el triunfo del 15M como "acción diferida" (Hal Foster), en el siguiente ciclo político…

Los retos de Podemos, desde la experiencia del 15M

Es posible que Podemos no abra pero sí protagonice el momento actual del nuevo ciclo de esta fase política, pero ¿qué primeros retos ha de abordar, desde la insoslayable experiencia del 15M, que éste no consideró o solo lo hizo a medias?

Proponemos una lista de ocho retos prioritarios, para la reflexión y la discusión colectiva:

1) Crear una organización democrática diferente

Crear un partido-movimiento, que supere el movimiento-movimiento (15M), sin caer en la forma-partido convencional, aquella que no nos representa.
Un partido que no busque solo la representación por delegación, sino que nos empodere para hacernos participar vitalmente en política. Un partido lo más abierto posible, cuya lógica sea la de la cooperación entre sus participantes y simpatizantes e incluso con gentes de otros partidos y organizaciones, conectado estrechamente a los movimientos sociales , en un circuito de retroalimentación continua. Hay que construir un modelo propio que extraiga lo mejor del 15M, capaz de mutar y adaptarse si los tiempos lo requieren.

2) Consolidar método(s) de toma de decisiones democráticos en la escala de coordinación

Es preciso resolver de manera posibilista y fluida el eje interno de la representación y la participación. Hay que establecer un sólido espacio con reglas sencillas sin dejar que las prácticas informales traicionen su espíritu. Para ello es fundamental asentar la cultura quincemayista del consenso como fase deliberativa, antes de cualquier votación. Tan destructivo es el asamblearismo mal entendido como ortopedia participativa, como el decisionismo burocratizador de la votación constante. La instauración de estos métodos de decisión, equilibrados en las diferentes escalas locales o estatales, como una red operativa, suponen un reto a la vez conceptual y técnico para el cual la ciberdemocracia no debe ser el bálsamo de fierabrás.

3) Construir un liderazgo colectivo

Asumiendo el "pecado original" y la contradicción del liderazgo fuerte que supuso la irrupción de Podemos, hay que construir rápidamente un modelo de liderazgo colectivo, compartido o colegiado. Superar la tentación del caudillismo clásico o del reciente beppegrillismo Hay que generar liderazgos eficaces pero competentes a varios niveles y en todas las áreas, siempre sustituibles y revocables. Para ello hay que plantear una estrategia mediática radicalmente diferente que no se deje devorar o seducir por los vicios del sistema de medios. Y la mejor garantía es la misma democratización de la organización desde
el principio en las labores de portavocía o coordinación, pues el mayor peligro que hay que sortear es que los líderes acumulen demasiado poder decisorio en sus manos. Los líderes de Podemos no deben convertirse de "marionetas" al servicio de la organización en maestros de marionetas.

4) Implicar a la ciudadanía, implicarnos con la ciudadanía, políticamente

Uno de los objetivos más importantes si queremos llevar adelante una revolución democrática y popular es la implicación, a diferentes niveles practicables de compromiso, de la ciudadanía en su conjunto. Un partido-movimiento se construye con una multitud de personas que aportan lo que saben y pueden: tiempo, oficios, saberes, dineros, críticas y afectos. Un gran potlatch cotidiano. Hay que atraer a esas pasivas clases medias y sus profesionales, a la clase trabajadora y al precariado, y a los activistas de los movimientos sociales post15M, para que se impliquen de verdad. Pero igualmente importante es que esa nueva iniciativa política de multitudes organizadas e implicadas, con su potencia organizativa, se implique con el conjunto de la ciudadanía y las organizaciones sociales, en sus pequeños problemas cotidianos y en las grandes movilizaciones sociales, siempre desde un enfoque político o politizador.
Aunque sea duro a menudo llevar una militancia en una organización política nueva, sería deseable la doble militancia en lo político y en lo social para que, de hecho, no hubiera abismo entre el partido y los movimientos sociales ni maniobras de capitalización de lo social desde lo político.

5) Solucionar el problema de la burbuja tecnopolítica

Para evitar el soufflé quincemayista y el estallido de la organización como burbuja tecnopolítica no hay que posibilitar una preponderancia excesiva al plano virtual frente al presencial. Justamente, hay que procurar que la construcción de un engrasado dispositivo virtual esté encaminado a provocar cambios y acciones reales, aparte de emitir votos digitales. Las redes sociales han de ser expresión viva de la organización hacia dentro y hacia fuera, pero no sustitución de una vida más amplia y rica , con espacios y dinámicas presenciales. Tampoco la utilización de herramientas tecnopolíticas debe llevarnos el delirio digitalista de una ciberdemocracia que genere, no ciudadanos, sino consumidores pasivos, y que además ignore la brecha digital de los excluidos del sistema como las personas mayores y otras.
Los círculos deberían ser espacios de encuentro, deliberación y acción complementados y dinamizados por las herramientas digitales en la tarea de conquistar lo público no solo en la esfera virtual, sino a la manera quincemayista, tomando las plazas y las calles y hasta los lugares de trabajo y ocio.

6) Generar un gran espacio de confluencia constituyente desde abajo

Más allá del fundacional lema quincemayista “¡Democracia Real Ya!” -que todavía sigue vigente- en esta nueva fase política, el lema debe ser un urgente “¡Confluencia Real Ya!”, que cada vez reclaman más sectores de la población. Confluencia entre diferentes dentro de la organización, y entre gente de la organización y de otras organizaciones políticas y sociales más o menos afines, buscando siempre la línea del consenso. Y no estamos hablando de las confluencias desde arriba entre los aparatos y las élites para negociar el reparto del poder, sino de las confluencias desde abajo para construir una alternativa social. Si queremos caminar hacia los amplios escenarios de las candidaturas populares y los procesos constituyentes es preciso abrir de manera clara y amistosa la vía de la confluencia, y Podemos debiera ser la protagonista entusiasta y el catalizador de los diferentes procesos, los inicie quien los inicie. Intentarlo debiera ser un imperativo para Podemos y para las organizaciones inspiradas en el 15M, pues la solución de los grandes y graves problemas requieren de una gran mayoría social de ruptura. Más específicamente, la exigencia de confluencia debería impulsar de manera preferente los acuerdos pre-electorales y, si no fueran posibles, derivar hacia acuerdos postelectorales sobre programas básicos. Y, por supuesto, sin olvidar la acción colectiva conjunta.

7) Disponer de una visión estratégica a largo plazo

No podremos avanzar en esta fase política a medio o largo plazo sin disponer de una visión estratégica, madura y coherente, para el crecimiento, la participación social y la acción institucional. En este sentido, más allá de la limitada estrategia quincemayista del contagio general, hay que desarrollar una estrategia quintacolumnista de infiltración total en la sociedad y de captura del poder en la red, en la calle y en el trabajo, que contrarreste el poder omnipresente del sistema.

Para poder desarrollarla es preciso generar un pensamiento estratégico propio, a través de laboratorios estratégicos y células de análisis encargadas de elaborar propuestas, campañas y líneas de acción. Un pensamiento estratégico, no meramente táctico o cortoplacista –solo para ganar elecciones-, capaz de generar estrategias transformadoras de largo aliento para impulsar el empoderamiento social y el cambio profundo. Igualmente, este pensamiento estratégico ha de servir para generar activistas encaminados a microobjetivos. La exitosa campaña electoral de Podemos, con una hábil combinación de la utilización de mass media como la televisión y las redes (eso le faltó al 15M), puede ser un buen ejemplo, pero no el único modelo. Hay que prepararse para los próximos ciclos políticos que se atisban en un paisaje de mutaciones aceleradas y sorpresivas.

8) Fortalecerse emocionalmente, aprendiendo de los fracasos

Hay que aprender de los fracasos y más aún, con toda humildad y cautela, de los éxitos. De los fracasos que pueden convertirse en victorias y de las victorias que anuncian inesperados fracasos. De los fracasos disfrazados de éxito y de los éxitos disfrazados de fracasos.

En este sentido, los activistas de Podemos se tienen que fortalecer emocionalmente para soportar el tobogán de la actual coyuntura, a buen seguro, repleta de decepciones y conflictos, de abandonos y fracasos. Tendrán que templarse bajo el yunque cotidiano en el ciclo vertiginoso de movimientos parciales, para ir avanzando hacia los objetivos de fondo. Regulando las subidas y bajadas emocionales con reflexión y buen humor, con compañerismo y cuidado mutuo, para que ni la euforia ni la melancolía dominen nuestras actitudes ni el juego político en el que nos hemos implicado.

Como señalaba Rosa Luxemburgo, aquella gran derrotada: “La revolución es la única forma de guerra en la que la victoria final solo puede ser preparada a través de una serie de derrotas”. Aquel irónico "de derrota en derrota hasta la victoria final", esconde una gran verdad sin épica. Cuando el gran enemigo es el sistema –el régimen del 78 en primer término y el capitalismo de fondo- hemos de armarnos de tanto valor como humor, para disfrutar, aquí y ahora, de la lucha iniciada, del júbilo y del placer de la revolución.

La amarga lección aprendida de las decepciones de la fase movimentista de esta revolución democrática a nivel global, de Islandia a la Primavera árabe, en la que rebeliones populares e incluso procesos constituyentes acabaron en la normalidad neoliberal, la dictadura o la guerra, debe ponernos sobre aviso y prepararnos para un largo y agreste camino, para el que debemos armarnos también emocionalmente.

Conclusión

Y volvemos a la hipótesis inicial, para reformularla: el 15M habrá sido la primera fase de una revolución democrática si Podemos y otros actores políticos y sociales en confluencia emprenden una segunda fase política, abordando con inteligencia los retos sucesivos y asumiendo con la sensibilidad necesaria las lecciones de la experiencia…

Si no, el 15M habrá sido una simple rebelión ciudadanista, sin mayores consecuencia directas, y Podemos se convertirá en otro partido más dirigido al rescate del naufragio de la izquierda, y esa revolución democrática, capaz de sacarnos de la crisis económica, política y social que tanto sufrimiento causa, seguirá pendiente, aplazada hasta otra ocasión lejana, o quizá perdida para siempre.

Nada está escrito ni predeterminado históricamente o, al menos, no somos capaces de prever aquello que estamos construyendo cada día. Lo que parece claro es que gracias al 15M hemos conjurado una verdadera oportunidad, una expectativa de cambio real, y ahora, gracias a Podemos, una nueva fase política, pero ¿cómo podríamos llevarla a cabo? Ese es el verdadero reto que tenemos que abordar colectivamente en los próximos meses, en un curso político que quizá determine nuestro futuro y nuestras vidas…

Iñaki Arzoz (inakiarzoz3@gmail.com) es activista del 15M Pamplona-Iruña y de la Asamblea del Cambio Social de Navarra. Participante del Grupo de Debate y Formación del Círculo "Comarca de Pamplona-Iruñerria" de Podemos

Notas

1/ Este texto es la redacción apresurada de las notas de la charla ofrecida el 1 de agosto de 2014 en La Tetería la Luna de Pamplona (la antigua La Hormiga Atómica), que inauguró el ciclo "Democracia en movimiento" organizado por el grupo de Debate político y Formación de Podemos "Comarca de Pamplona/Iruñerrria". Para su publicación se ha suprimido la primera parte introductoria sobre el origen del 15M y se ha resumido la parte donde se explicaba la extinción del movimiento.

VIENTOSUR

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