“Venezuela es usada como cortina de humo para tapar problemas internos en España”

Yván Gil, Viceministro para Europa del Gobierno de Venezuela
EL viceministro de Venezuela para Europa asegura que Caracas ha dedicado un ingente esfuerzo a negociar pero no ha encontrado respuesta.
Yván Gil, ingeniero de 44 años, es uno de los principales responsables de la diplomacia venezolana. Como viceministro para Europa, la toca lidiar con un continente que sigue el guión marcado por Washington y países que, como España, han convertido a Venezuela en una especie de caricatura con la que hablar de política interna. Asegura que Caracas ha dedicado un ingente esfuerzo a negociar pero no ha encontrado respuesta. Y lamenta que la Unión Europea no apueste por la “neutralidad” frente a la estrategia de Donald Trump.

Un aviso: la entrevista se realiza el martes 2 de agosto. La política en Venezuela es vertiginosa, así que han podido leer muchos titulares desde entonces.

En las últimas jornadas se han intensificado las amenazas de sanciones contra Venezuela. ¿Cómo las gestiona el Gobierno?

Venezuela está siendo víctima de un plan que tiene un solo director, la derecha más recalcitrante. Hablamos de funcionarios de EEUU vinculados a la derecha y con oscuros intereses, como el senador Marco Rubio o el entorno de Donald Trump, que han creado una serie de agresiones que no tienen otro objetivo que derrocar la revolución bolivariana.

Dentro de ese plan hay una serie de actores que han venido siendo involucrados, como los gobiernos de algunos países de América Latina, como Colombia o México. Ellos promovieron dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA) una serie de acciones que no pudieron pasar. Hay un plan que dirige Washington. Ha quedado claro por las palabras de Trump.

Cuando uno ve las declaraciones del presidente del país más poderoso, con el ejército más poderoso, que ha intervenido en América Latina cuantiosas veces de manera militar, observa que hay una estrategia. La CIA no tiene ningún mérito en lo humano o en llevar desarrollo, nadie puede pensar que tiene como objetivo llevar la paz, sino que derroca gobiernos y luego a los años lo reconoce públicamente. Ahora, sin embargo, lo está confesando una acción contra un Estado libre y soberano.

¿Las presiones se han incrementado en los últimos años?

Venezuela lleva bajo ataque 18 años. Tras la muerte de (Hugo) Chávez comenzó a arreciar este ataque con un bloqueo económico. Venezuela ha pagado más de 60.000 millones de dólares en los últimos tres años y no tenemos acceso a los sistemas financieros.

La oposición son empleados de Washington, su lucha no es por un sentido de patria, sino por los intereses de Washington, y han recorrido el mundo con cartas para los inversionistas para que no se preste dinero a Venezuela y ahogar económicamente al país. Han tenido cierto éxito. La disminución en la disponibilidad de algunos alimentos o medicinas es consecuencia de este plan orquestado. Ahora pasamos a una fase superior.

¿Se refiere a las sanciones contra Nicolás Maduro?

Las sanciones contra el presidente Maduro no son unas sanciones personales, sino contra el pueblo. No es sancionado por una acción individual, sino por algo que hizo en el marco de la constitución como jefe de Estado. Se está sancionando al Estado, a la jefatura de Estado.

Lo dijo Trump antes de las votaciones, “si hacen la Constituyente los voy a sancionar”. No se está sancionando a Maduro como ciudadano, sino al presidente electo que, en uso de sus atribuciones, a EEUU le parece que convocar al pueblo a una consulta es una violación de la democracia. Es la paradoja más grande: se sanciona al jefe de Estado por convocar a la consulta popular. Junto al presidente Maduro se sanciona a los 8 millones de ciudadanos que votaron, que votamos, el 30 de julio.

Ahora no se descarta otro tipo de sanciones e incluso se ha puesto en el punto de mira a PDVSA, la empresa pública petrolera de la que depende en buena medida la economía del país. ¿Cómo afectaría eso a la población?

El imperialismo va a seguir tratando de castigar. En 2002 lo hicieron de otra manera, no tuvieron necesidad de imponer sanciones porque la burguesía venezolana controlaba PDVSA y se autoboicoteó. Cerró las exportaciones, las operaciones, nosotros nos enfrentamos y salimos adelante.

Los economistas deberán hacer los modelos sobre las consecuencias de una locura como esa que no recomendamos, porque afectaría a ciudadanos de toda índole, incluso a los de oposición. Tenemos más de un millón y medio de europeos viviendo aquí, nos extraña la posición europea de plegarse a Washington cuando tiene un millón y medio de europeos que se verían afectados. La población puede estar segura de que ante cualquier sanción, sabremos reponerlo, aunque no podemos ocultar los efectos negativos.

Hay países que se niegan a reconocer la Asamblea Nacional Constituyente elegida la semana pasada.

Son una minoría. Hay 200 países en el mundo, tenemos buena relación con la mayoría de ellos, hemos recibido felicitaciones y muestras de solidaridad, por ejemplo, de Rusia, de países de medio oriente, de Asia, de África… El mundo no es el imperio. Presidimos el movimiento de países no alineados, que es la organización más numerosa dentro de la ONU. Tenemos relaciones muy intensas con la mayor parte de países del mundo. Somos objeto del ataque de una minoría que tiene mucho poder, que controla las finanzas, los medios en la región occidental.

Venezuela es la referencia de un nuevo modelo de conducir la sociedad, de gestionar los recursos naturales, de redistribuir las riquezas que se producen en una nación libre y soberana. A eso le teme el mundo occidental. De esta batalla vamos a salir victoriosos y vamos a seguir siendo una referencia. Durante los últimos tres años enfrentamos una campaña brutal, sobre todo después de que (Barack) Obama aprobase declarar a Venezuela como una amenaza, precisamente para destruir el modelo venezolano. La mala noticia para el imperio es que ahora se lanza con mucha fuerza, no solo países, gobiernos, que tenemos mucho apoyo, sino que sabemos que tenemos el apoyo de las mayorías sociales, de los movimientos de apoyo en Europa, en América Latina, en Asia…

Usted está encargado de las relaciones con Europa. Desde allí llegan algunas de las posiciones más beligerantes contra Venezuela. ¿Hay posibilidad de diálogo?

Hemos hecho todos los esfuerzos diplomáticos y políticos de acercamiento. Les hemos pedido neutralidad. Si no quieren respaldar el diálogo, porque consideran que dialogando sus defendidos, sus querubines, su clase protegida en Venezuela, pudiera verse en desventaja a la hora de dialogar, pues les pedimos neutralidad. No lo hemos conseguido, lamentablemente. Aunque no creemos que sea todo Europa. Son cuatro o cinco países que dirigen, que es donde se encuentran los centros de poder, la locomotora que mueve al resto.

Hemos visto opiniones groseras sobre el funcionamiento de esta Constitución. Recordemos que todos estos países la rechazaron cuando la votamos en 1999. Fue la misma situación. Ellos desconocieron el gobierno, reconocieron el golpe de Estado de (Pedro) Carmona… Es una lucha histórica.

Lamentamos que ante las evidencias de alguien como Trump, Europa se alinee con quien propugna la destrucción de ideales europeos como el modelo multilateral. Es triste cómo los intereses económicos por los recursos naturales en Venezuela logran desviar a la Unión Europea de uno de sus principios. No aspirábamos a otra cosa, el destino lo sentenció el propio Lenin cuando hablaba de los Estados Unidos de Europa y en qué derivaría. En el caso venezolano se ha cumplido la profecía.

¿Cómo valora la posición de España? Venezuela es un asunto recurrente cuando se habla de cuestiones domésticas.

Es ridículo. La sociedad española está sometida al martirio de los medios de comunicación. En España gobiernan unos medios que ejercen el poder y manipulan a la opinión pública y los partidos. Han convertido el tema de Venezuela en un comodín.

Sin ánimo de meterme en asuntos internos, pero si algún funcionario es cuestionado por alguna falta, por corrupción… inmediatamente se responde con el tema Venezuela. No hemos visto una situación semejante en ningún otro país. Es un tema realmente anormal, que no es sano ni para la propia España. Llamamos a que el tema de Venezuela sea tratado de forma normal, no pedimos que nos apoyen, que nos respalden, entendemos que es una lucha de clases y son parte de una clase. Pero en el marco del derecho internacional y de la libre autodeterminación de los pueblos, un respeto debemos tener.

No es posible que todos los gobernantes españoles hablen de Venezuela como comodín en todas las instancias. España tiene los suficientes problemas, como todo país. No soy quién para hablar de los problemas de España, pero como todo país tiene problemas internos, de la gestión de gobierno, de su economía, suficientes como para hablar de ellos. El tema de Venezuela ha sido utilizado como una cortina de humo para tapar problemas internos.

En Venezuela también estuvo el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, buscando una vía dialogada. ¿Qué papel tuvo el exmandatario?

No me corresponde evaluar, porque son conversaciones a muy alto nivel, pero el presidente Zapatero ha cumplido un papel importante. Él más que nadie sabe de los esfuerzos del Gobierno venezolano. Y estamos seguros de que ha informado al Gobierno español de eso, porque la posición del gobierno español es muy incomprensible.

La oposición ha intentado una estrategia de “doble legitimidad”, buscando la creación de un gobierno paralelo. ¿Teme que en el futuro estos intentos encuentren el reconocimiento de otros estados?

Es ir demasiado lejos. Lamentablemente hay ejemplos en el mundo, como en Libia o Siria, donde se reconocieron estructuras paralelas. Yo no creo que esto ocurra. Todavía queda algo de juicio en el mundo para desconocer un Gobierno legítimo. El mensaje de la Constituyente fue claro, aquí hay un pueblo que respalda el gobierno, que se ha movilizado el 41%, debería ser entendido por los políticos del mundo.

En los últimos tiempos se ha hablado de que el chavismo se encontraba en crisis y da la sensación de que esta ha pasado a la oposición. ¿En qué posición quedan ambos bloques en la actualidad?

La oposición pasa por su peor momento de la historia, una de las más oscuras. Recurrieron al fascismo, recurrieron a prácticas terroristas… Lo que vimos en los últimos meses desbordó cualquier limitación. Quemar gente viva en la calle, asesinar a sus propios militantes… Llegó a un alto nivel de depravación política, de antipolítica.

El chavismo, ante ese escenario, se ha fortalecido. No creo que haya estado en crisis jamás, pero sí que ha enfrentado diversos retos. A pesar de haber sacado 8 millones de votos para la Asamblea Nacional Constituyente, ha asumido esta elección como otro reto, porque aquí hay gente que critica la gestión de gobierno.

El chavismo es una fuerza en la que la crítica es el motor fundamental, Chávez era el más crítico, Maduro es sumamente crítico y se abre una compuerta interesantísima sobre la gestión de gobierno. Cómo construir el socialismo del siglo XXI, cómo llegar a las metas que nos planteó en el Plan de la Patria el comandante Chávez. Todo eso está escrito, hay una doctrina chavista, de forma de hacer gobierno. Si hay algunas desviaciones las enfrentaremos. En este momento, lo que ha hecho es unificar al chavismo.

Hay figuras, anteriormente chavistas, como la exfiscal Luisa Ortega, que cuestionan el actual rumbo.

La revolución bolivariana y el chavismo son como un río crecido, que avanza y se lleva palos, piedras, barro… A medida que llega a su destino esa basura queda en la orilla pero lo esencial, que es el agua, sigue. Dentro de nuestra organización política ha habido personas que han desviado su camino, casi todas por temas de corrupción, lo que es lamentable. Cada vez que el Estado señala a alguien dentro de sus filas por hechos de corrupción inmediatamente pasan a buscar protección en las filas de la oposición. Eso no es crisis del chavismo, es crisis personal.

La Asamblea Nacional Constituyente también ha generado expectativas en mucha gente. Hay muchos problemas pendientes de resolver. ¿Cree que existe el riesgo de que se vuelva en contra en caso de no acertar con las respuestas a las dificultades?

Convocar al pueblo no es un riesgo. La Constituyente no puede ser un fracaso porque es el pueblo originario. Como tal, es la expresión del poder original. Los cálculos políticos tradicionales no funcionan.

La dirigencia ha tenido mucho cuidado, dedicación. No nos equivocamos en esto, las transformaciones que se den van a ser para bien. Mucha gente tenía miedo sobre cuanta gente podía participar, es lo mismo que le dijeron al presidente Chávez.

Cada vez que se convoca al pueblo salen voces diciendo que no se convoque, que es un riesgo. El presidente ha confiado y el pueblo respondió. La doctrina chavista dice que jamás te equivocas convocando al pueblo.

Es paradójico que nos acusen de dictadura por convocar al pueblo, y ahí radica el éxito de la revolución bolivariana, en la convocatoria permanente del pueblo. Ante la crisis económica, el asedio de los medios, internacional… Maduro convocó una consulta popular. Alguien podría pensar que está loco, pero fíjate la respuesta.

El apoyo popular es muy sólido. Se construyó durante los últimos cuatro años, que venía descendiendo el apoyo popular, y hemos demostrado que no, que el chavismo está intacto, a pesar de un gobierno que ha venido haciendo frente a una crisis económica inducida que ha provocado severos problemas en la población.

Público.es

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